Pirineos

Las montañas de los Pirineos son unos de mis paisajes preferidos. Un territorio de gran diversidad. En el que a medida que se asciende a cotas más altas el paisaje va cambiando completamente.

Los Pirineos invitan a descubrirlos a pie. A un ritmo lento. Para poder apreciar sus hayedos llenos de misterio, los bosques de abetos interminables y las praderas de media montaña en las que florecen orquídeas durante la primavera. Y al mismo tiempo, sentir la dureza e inaccesibilidad de parte de esta cordillera, con sus picos calcáreos de paredes verticales, entre los que se suceden valles y lagos glaciares difícilmente olvidables.

Visitar los Pirineos es también compartir espacio con una fauna diversa. Los rebecos son los reyes de las alturas, desafiando la gravedad mientras bajan entre laderas frenéticamente. Los osos pardos son enigmáticos y muy difíciles de ver. Al contrario que las marmotas, que con sus chillidos alertadores son fácilmente localizables. Y que invitan a mirar al cielo, buscando los protegidos quebrantahuesos, los buitres leonados o las águilas reales.

En los Pirineos se sigue pudiendo respirar naturaleza auténtica. Montaña en estado puro.

Amanecer en el Lac Gentau, frente el pico Midi d’Ossau. Parque Nacional de los Pirineos.

 

Primeras luces del día iluminando el brillante pelo de un rebeco pirenaico o sarrio (Rupicapra pyrenaica) en el Parque Natural del Cadí-Moixeró.

 

El Campo Plano, el Llena Cantal y el Piedrafita vistos des del Ibón de Respumoso, en el Pirineo Aragonés.

 

Un armiño en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.

 

Colores del otoño en el Valle de Bujaruelo, el valle fluvial más bonito del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.

 

Dos machos de muflón (Ovis orientalis musimon) en el circo de Coma de Vaca, un bonito rincón del Parque Natural de les Capçaleres del Ter i del Freser.

 

En fila india, un grupo de sarrios avanza entre la nieve cerca de la Coma del Infern, en el Parque Natural de les Capçaleres del Ter i del Freser.

 

Un sarrio bajo una sorprendente nevada a inicios de la primavera. Parque Natural de les Capçaleres del Ter i del Freser.

 

Las rojizas luces del atardecer iluminan el pico del Midi d’Ossau, recordando el pasado volcánico de esta pintoresca montaña.

 

Estany Llong, un bonito lago al final de la Vall de Gerber, una de las pocas valles de la zona sin ninguna construcción hidroeléctrica. Periferia del Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici.

 

Un sarrio al amanecer en el Parque Natural de les Capçaleres del Ter i del Freser.

 

Hace miles de años los muflones (Ovis orientalis musimon) desaparecieron de los Pirineos. Hace unos treinta años fueros reintroducidos en el macizo del Carlit, a partir de ejemplares corsos.

 

El Pedraforca es una de las montañas más emblemáticas del Prepirineo catalán.

 

Cuando nieva durante la noche, me gusta salir a caminar temprano en la mañana. Siempre lo hago con la esperanza de encontrar algún grupo de sarrios o muflones, inmersos en el ambiente mágico de la nieve.  Parque Natural de les Capçaleres del Ter i del Freser.

 

Dos jilgueros europeos (Carduelis carduelis) en el Parque Natural de les Capçaleres del Ter i del Freser.

 

La arquitectura vertical del acantilado que corta Ordesa se deja recorrer a través de cornisas, como la Faja Racón. Desde allí, en otoño, se tiene una de las mejores perpectivas de la Fraucata.

 

Sarrio al amanecer en el Parque Natural del Cadí-Moixeró.

 

Una joven marmota al inicio del verano, cuando las flores empiezan a florecen en el alta montaña. Parque Natural de les Capçaleres del Ter i del Freser.

 

El Circo de Coma de Vaca es uno de los rincones más paradisíacos del Parque Natural de les Capçaleres del Ter i del Freser.

 

Los sarrios, sobre todo cuando van en grupo, acostumbran a ser muy huidizos. Pero a veces, al permanecer sentado y sin moverme, algunos ejemplares se acercan a mí con curiosidad.

 

Sarrio al atardecer en el Parque Natural del Cadí-Moixeró.

 

Siluetas de un numeroso grupo de sarrios en el Parque Natural del Cadí-Moixeró.

 

El Ibón de Respomuso está ubicado en un impresionante circo glaciar pirenaico y custodiado por imponentes cumbres que en ocasiones superan los 3.000 metros.

 

La ventisca me recuerda las duras condiciones climatológicas a las que tiene que hacer frente la fauna salvaje de los Pirineos. Con la nieve y el viento desaparece el relieve y el blanco se apodera de todo.

 

Un sarrio camina lentamente después de una larga nevada. Parque Natural de les Capçaleres del Ter i del Freser.

 

Atardecer en el Valle de Gerber, en la Periferia del Parque Nacional de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici.

 

A finales de primavera empiezan a nacer nuevos muflones y sarrios. Parque Natural de les Capçaleres del Ter i del Freser.

 

El otoño es la estación por excelencia para visitar la Pradera de Ordesa, en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.

 

Los sarrios son migratorios altitudinales: se desplazan en funcion de la comida ( a los altos en verano y a los valles en invierno cuando las nieves tapan las cumbres). Parque Natural de les Capçaleres del Ter i del Freser.

 

Todavía no ha amanecido cuando empiezo a subir a la cima del Puigllançada. Cerca de la cumbre, todavía en la penumbra me encuentro con una silueta inconfundible. Parque Natural del Cadí-Moixeró.

 

El Vignemale, con 3.298 metros, es la cumbre más alta de los Pirineos franceses. Desde el circo de Oulettes de Gaube se tiene una de las mejores vistas de esta impresionante montaña y su glaciar.