Berrea del ciervo
El día que escuché la berrea del ciervo por primera vez en los Pirineos quedé fascinado. Los berridos retumbaban en los valles, y se escuchaban por todos lados. Una demostración de que en los bosques y montañas hay mucha más vida animal de la que se deja ver.
Desde ese momento me dediqué a explorar un pequeño rincón del Pirineo, analizando los movimientos de los ciervos durante el día. Contando los días para el próximo Septiembre. Cuando empezaría la berrea de nuevo.
Desde entonces, cada año vuelvo a mí pequeño rincón favorito. A contemplar uno de los espectáculos de naturaleza más impresionantes. Me camuflo, y me dejo sorprender.
Cuando el sol de tarde empieza a caer, aparecen los primeros ciervos machos. Todavía no berrean.
A la lejanía observo algunos grupos de hembras y machos jóvenes.
Mientras bajo sigilosamente hacia el punto en que voy a camuflarme, me encuentro dentro del bosque con un enorme macho. Gracias a un pequeño arbusto puedo esconderme y fotografiarlo sin molestarlo.
Cuando el sol empieza a bajar, la temperatura disminuye y los ciervos empiezan a berrear. Sus lamentos resuenan entre los montes del Pirineo.
Cuando el macho más grande de esta zona aparece a pocos metros de mí, el pulso se me acelera. Tengo que permanecer inmóvil para que no me vea. No quiero interferirlos. Por suerte no me ve, y puedo fotografiarlo durante varios minutos.
El relevo de los Pirineos crea el paisaje idóneo para observar la berrea del ciervo.
Empieza a hacer calor, y las hembras se juntan para subir hacia cotas más altas.
En cualquier momento, los ciervos aparecen en escena. Hay que tener paciencia y ser muy sigiloso.
En los bosques que habita el ciervo, hay mucha más fauna. Zorros rojos, jabalíes, rebecos, tejones y una gran variedad de aves.
El berrido de los ciervos es diferente según si ya tienen un harén de hembras o no.
Durante la berrea del ciervo son frecuentes las persecuciones de los machos a las hembras.
También suele haber algunas peleas entre machos.
La berrea en el Pirineo permite jugar con las siluetas, son constantes los movimientos de los machos entre los diferentes valles.
No ha amanecido todavía y un enorme macho sale del bosque. Hace tanto frío que puede ver el aire del ciervo condensándose.
Des de lo alto de las colinas, los ciervos otean el territorio.
Las siluetas a contraluz ofrecen grandes oportunidades fotogénicas.
Los ciervos se camuflan fácilmente entre los altos arbustos, aunque muchos veces sus cuernos les delatan.
A la lejanía, observo como dos ciervos jóvenes chocan sus cuernos. Este año todavía no es su momento.
Una de las peculiaridades del ciervo ibérico es que es el único ciervo del mundo que cuando berrea saca la lengua.
Con el anochecer, las siluetas empiezan a difuminarse. Pero la berrea no para. Seguirá resonando día y noche durante varias jornadas.