Kanha

Dentro del libro de la selva

Había leído mucho sobre el Parque Nacional Kanha. Extensas descripciones de sus evocadores paisajes. De la calma que transmiten los enormes árboles de sakhua (Shorea robusta) que rodean los caminos. Y de la magia de la luz del amanecer colándose sutilmente entre las hojas de la selva.

Ninguna descripción hacía justicia en el parque.

Acababa de entrar en los bosques de Kanha, pocos minutos antes de la salida de sol, cuando el guía que me acompañaba empezó a contarme la historia del parque y todos los detalles de su vegetación. Curiosidades de las más de 1.000 especies de plantas que viven en la selva de Kanha. Seguro que eran muy interesantes. Pero yo dejé de escucharle. Hipnotizado por el paisaje.

No me esperaba un bosque así. Ni una luz tan mágica. Con pocos minutos en el parque nacional tuve suficiente para saber que era uno de los lugares más impresionantes que he visto. Ver al tigre o no, ya no era lo más importante.

Cuando dos chacales aparecieron en medio del camino, distraídos mientras perseguían un jabalí, volví a la realidad. Era la bienvenida perfecta a los bosques de Kanha, la tierra del Mowgli.

A medida que avanzaba el día, el frío de la mañana se convirtió en un calor sofocante. Los barasingha  o ciervos de los pantanos (Rucervus duvaucelii branderi) también sufrían el calor. Así que nos dirigimos a la zona de pantanos para observarlos mientras se refrescaban y comían. Kanha es uno de las pocas zonas en las que se puede observar esta especie tan amenazada.

Con tanto calor, los sonidos de la jungla se habían ido apagando. Ya no esperaba encontrar ningún tigre. Pero un grito de alarma de un axis, uno de los ciervos más abundantes de la zona, nos puso con alerta. Entre caminos laberínticos, que el conductor y guía del gyspy conocían a la perfección, fuimos siguiendo los sonidos de alarma. Algún depredador se movía por la zona.

Después de una curva, encontramos el origen del alboroto. Una preciosa tigresa estaba en medio del camino. Lamiéndose, medio dormida. Observando sus manchas negras, únicas en cada individuo, los guías la identificaron. Era Choti Mada. Una hembra adulta de 8 años. Una de las miradas más bonitas de Kanha.

Contemplar esta tigresa, de cerca y durante un largo rato, fue un regalo. Y la mejor manera de terminar el primer safari en el Parque Nacional de Kanha.

Los siguientes días prometían…

El tigre de bengala: una especie en peligro de extinción

El número de tigres que sobreviven en libertad en la actualidad son unos 3.890 ejemplares. Unos números alarmantes y muy preocupantes, dado que a principios del siglo XX había más de 100.000 tigres en libertad.

La caza ilegal es una de sus mayores amenazas, sobre todo para comercializar partes de su cuerpo, de gran valor en la “medicina popular” de algunas zonas de Asia. La pérdida de habitat es la otra gran problemática que dificulta la vida salvaje de los tigres. Los ecosistemas donde habitan estos felinos son cada vez menores, lo que genera grandes problemas con la población local.

Sin embargo, todavía queda esperanza. Durante los últimos años se ha logrado aumentar la población de tigres en libertad: pasando de 3.200 individuos en 2010 a 3.890 actualmente. Un gran número de iniciativas, en gran medida coordinadas por WWF-India, han trabajado para proteger el hábitat del tigre y generar corredores naturales para poder conectar sus poblaciones. Un punto básico para la supervivencia de la especie. También se ha logrado reducir gran parte de la caza y tráfico de especies, gracias al incansable trabajo de los guardas forestales.

Los bosques del Parque Nacional Kanha son uno de los oasis en los que los tigres de bengala viven sin amenazas. Actualmente a lo largo de toda la extensión del parque viven unos 83 tigres adultos y 42 jóvenes (crías y subadultos).